Policias Jovenes Vs Ciudadanos Adolescentes

Policias Jovenes Vs. Ciudadanos Adolescentes

Cuando la pasividad de una ciudad tan calma por naturaleza se inquieta, esta se hace notar enseguida al igual que el temor de los padres y autoridades por la fragilidad de la seguridad ciudadana acrecentada por la violencia que pareciera una práctica habitual de algunos adolescentes e incluso policías.

Basta con leer los titulares de los lunes en los periódicos locales para darnos cuenta que algo ha cambiado cuando hablamos de seguridad o normalidad en los barrios de Formosa pues sumados a los delitos de hurto, asaltos y otros, son cada vez más los casos de enfrentamientos entre patotas y policías, a lo cual la gente empieza a preguntarse: ¿Cuál es el génesis de esto? ¿Que hacen los padres de los chicos integrantes de patotas? ¿La policía, realmente brinda seguridad?.

Para intentar responder el porque de estas cuestiones podemos analizar por un lado hasta donde los padres permiten ejercer la libertad a sus hijos así como los hijos tuercen el brazo de sus padres, y por el otro lado podemos analizar la idoneidad de los jóvenes inexpertos nuevos integrantes de la policía provincial y sus particulares características.

Es conocido uno de los más transcendentes casos de “violencia policial” en donde en un confuso episodio perdió la vida el joven alumno del colegio Normal, Antoliano Figueredo a raíz de severas lesiones provocadas en un encuentro entre efectivos policiales y adolescentes, situación que permite replantear los extremos del accionar policial con características variantes entre la máxima brutalidad o total pasividad especialmente a la hora de controlar a grupos de jóvenes que perturban la calma.

Una institución no puede ser caratulada como buena o mala simplemente, pues los parásitos están en todos lados, pero como tal, es menester que responda a las necesidades de seguridad con el personal idóneo y los elementos necesarios, y un elemento muy necesario en materia de profesionalismo es sin duda la experiencia que brinda el tomar contacto con el aquí y ahora de nuestras calles, mas allá de la teoría universitaria.

Esta nueva generación policial, muy joven, con integrantes no mayores a los 25 años que se vuelca masivamente a esta labor por razones que se asocian especialmente a una salida laboral y no en mayoría por una vocación devota precisamente, se debate entre el deber institucional y las pendulares dudas propias de la edad empañadas por una “estrellita” y una cachiporra, aunque también es cierto la sobrecarga de tareas por carencia de personal en algunas seccionales y el hecho de que barrer y cuidar plazoletas o funcionarios incumbe al trabajo policial.

Y en frente tenemos la realidad, también hecha por ciudadanos jóvenes que no encuentran mejor uso del tiempo y se dedican a desafiarlo todo. En medio, padres, algunos eternos abogados de: “mi hijo nunca haría eso”; otros resignados o desesperados que los encuentran en la dependencia de su barrio dando explicaciones acerca de cómo su hijo roba los propios objetos del hogar para comprar bebidas y de cómo la situación lo sobrepasa. (Esto ocurre en nuestra ciudad con mas frecuencia de lo que creemos).

Esta, señores, es la realidad en Formosa, ineludible y cada vez mas innegable, donde el rol de la familia en la vida del joven ciudadano determina si será victima o victimario y cual es el lugar que cada uno quiere tomar en la sociedad, vasta solo mirarse en el gran espejo del país para darnos cuenta de hacia donde vamos. Mientras lo decidimos lo real es que nuestra libertad se halla coartada por la nueva joven policía vs. Ciudadanos adolescentes (es decir, jóvenes vs. jóvenes; recuerden: “el futuro es nuestro”)

Una de las marchas convocadas para pedir justicia por A. Figueredo.

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